Tenemos que unirnos para que los causantes de la muerte de Patricia, Almudena y futuras victimas de atropellos tengan una condena ejemplar.

lunes, 10 de enero de 2011

Comienza en Huesca el juicio por el atropello mortal de la Manhattan

El fiscal y las víctimas reclaman veinte años de cárcel para el acusado.La defensa solicita la absolución al estimar que Gómez no cometió un delito.


Ángel Javier Pérez y Benito Joaquín Ríos, de 40 y de 27 años, murieron la mañana del 28 de julio del 2007 después de que, cuando salían de la discoteca Manhattan, se los llevara por delante el Renault Megane que conducía Víctor Manuel Gómez Rivero, un muchacho de 26 años --23 entonces-- que, sobre las seis y media de la mañana, terminaba con un amigo una noche de fiesta en la que bebió y tomó éxtasis. Quintuplicaba la tasa de alcoholemia permitida e iba a 110 por hora en una zona con la velocidad limitada a 40. Resultaron heridas otras ocho personas, una de las cuales perdió las dos piernas.


Defensa y acusaciones no discuten estos hechos. Difieren en su interpretación, debate que se convertirá en el eje de la vista oral del accidente, que comienza hoy en la Audiencia Provincial de Huesca y que se prolongará, como poco, hasta el jueves.
Las acusaciones, que ejercen los heridos, la familia de uno de los fallecidos y la Fiscalía, consideran que Gómez cometió, además de un delito contra la seguridad en el tráfico, dos homicidios, dos lesiones graves --lo son las que comportan la pérdida de un órgano o un sentido-- y cinco delitos y una falta de lesiones.
El ministerio público solicita para el acusado penas que suman 34 años y medio de cárcel y diez de retirada del carnet de conducir, aunque las normas penológicas reducen la solicitud real de reclusión a veinte. Por su parte, la defensa, que ejerce el penalista zaragozano Javier Notivoli, pide la absolución al sostener que el joven no cometió ningún delito.
Durante el grueso de la instrucción, el letrado sostuvo que los delitos que las acusaciones imputan a su cliente debían ser considerados como imprudencias, tesis que, de ser avalada por el tribunal, reduciría la pena máxima que podría caerle a poco más de los cuatro años de prisión que --salvo que salga absuelto-- habrá cumplido a finales de julio.
Fiscalía mantiene que la conducta de Gómez encaja en el denominado dolo eventual, es decir, que, aunque su intención no era matar ni herir a nadie, era consciente, y así lo aceptó, de que enfilar los alrededores de una discoteca a la hora del cierre, colocado y a toda velocidad, podía provocar un desastre. ¿Era consciente, fue imprudente o no sabía lo que hacía? Esa es la cuestión que debe determinar el tribunal

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